¿Electro... qué?
¿no ha pronunciado nunca esa palabra? ¡No es un
chiste! Las personas que
padecen electrosensibilidad no se están riendo. Si tiene
síntomas
crónicos inexplicables siga
leyendo.
La
electrosensibilidad forma
parte de las nuevas enfermedades surgidas en el seno de las
sociedades desarrolladas. Se trata
de una enfermedad notoria recurrente provocada
por la
exposición a campos electromagnéticos. Ser
eléctricamente sensible significa poseer un conjunto de
síntomas (dolor de
cabeza, cansancio
crónico, dificultad para dormir...) que se
activan o se intensifican al encontrarse cerca de aparatos
eléctricos,
transformadores, antenas de telefonía móvil y/u
otras fuentes de radiaciones. Sin
embargo, la persona afectada no aparenta tener problema alguno mientras
no se
exponga a los campos
eléctricos. Toda
enfermedad recurrente que sea producida por radiaciones, y que
disminuya o
desaparezca cuando uno se aleja de la fuente que los genera, constituye
un caso de hipersensibilidad electromagnética.
El también llamado Síndrome de las
Microondas afecta sobretodo a personas con el sistema inmunitario
debilitado, o en
fase de desarrollo (ancianos,
enfermos, niños…)
aunque cualquier persona con buen estado de salud puede llegar a
padecerla si su exposición a las radiaciones se hace
intensa y
prolongada. Cursa con síntomas de insomnio, cansancio o
irritabilidad. No es mortal, aunque puede
acabar degenerando en
enfermedades como el cáncer
así como provocar
diversos trastornos neurológicos en caso de no reducirse la
exposición.
Electrosensibles:
cuando la
tecnología enferma
De
igual forma que la Sensibilidad
Química
Múltiple puede hacer que una persona se
haga muy
sensible a dosis muy
pequeñas de
productos
químicos, los afectados por
hipersensibilidad
electromagnética pueden hacerse sensibles a niveles
de radiaciones que
normalmente, para el público en general, pasarían
desapercibidos. Por otra parte, la mayoria de las personas intoxicadas
por productos químicos (insecticidas, pesticidas, metales
pesados, etc.) padecen de electrohipersensibilidad sin
saberlo.
Hoy se sabe con
certeza que los campos electromagnéticos interfieren en el
funcionamiento de nuestro organismo y de todos los seres vivos.
Numerosos estudios científicos lo
demuestran. Por ejemplo, la alteración del ciclo de
producción de la hormona melatonina, que regula el sistema
inmunitario y hormonal (estudios del profesor José
Luís Bardasano, Director del Departamento de Especialidades
Médicas de la Universidad de Alcalá de Henares) o
de daños en el ADN que trasporta la información
genética de las células (informe REFLEX, participado por
investigadores de más de 12 países europeos y
financiado por la Unión Europea con más de 3
millones de euros).
Las
personas hipersensibles a las radiaciones
presentan síntomas característicos:
- Alteraciones
en la piel, incluido
picor, quemazón
- Dificultad
para concentrarse
|
- Pérdida
de memoria a corto plazo
- Tristeza
sin motivo aparente
- Alteraciones
cardiacas, mala circulación sanguinea
|
- Ganas de
orinar frecuentemente
|
Según
las últimas estimaciones para las sociedades modernas la
población electrosensible oscila ya entre el 3 y el 5%,
lo que eleva a unos 13 millones el
número de europeos que sufren este mal. En Suecia, primer
país que
aceptó la electrosensibilidad como causa de baja laboral
(invalidez física), la cifra de
afectados se eleva a 290.000.
Las
personas que padecen hipersensibilidad a los campos
electromagnéticos ven mermada enormemente
su calidad de vida no sólo por sus síntomas
físicos sino también por los profundos
cambios
emocionales que suele llevar aparejados. A esto
último hay que
añadir una serie de
inconvenientes: por un lado, la dificultad de su diagnóstico
(la
mayoría de los
médicos no
la identifican aún en su
consulta porque en nuestro
país
todavía no
está tipificada) hace
que a la persona que
empieza a padecer el
conjunto de
síntomas se
la derive de especialista en especialista. Estos errores de
diagnóstico, con
frecuencia agravan el síndrome, pues hacen que el
sujeto
permanezca
expuesto largos años al agente causal y retardan el
tratamiento
correcto. Por otro lado, las
personas con este problema
comienzan a
recibir la exclusión social, empezando por los
familiares, amigos y después en su trabajo. Se
les califica
de alarmistas, vagos, hipocondríacos, inadaptados
sociales...
cuando en realidad lo que están padeciendo es una enfermedad
orgánica que cuenta con marcadores
biológicos como la melatonina, glutatión
intracelular,
la variabilidad del ritmo
cardíaco, o el malondialdehído
publicados por el Colegio
de Médicos de Austria en
Marzo de 2012.
Por
otra parte,
la vinculación de la hipersensibilidad
electromagnética con los campos electromagnéticos
ha sido
puesta en duda por
ciertas instituciones debido a que
los estudios de
provocación
(se confronta a la persona afectada con un emisor de radiaciones) no
encuentran efectos. Cabe destacar que dichos estudios tienen
importantes fallos, que se podrían
intentar mejorar si se tubiese en cuenta que los afectados pueden tener
reacciones retardadas en
el tiempo (de varios segundos, minutos, e incluso horas),
así
como que la
duración de los síntomas tras cada
exposición puede prolongarse también
durante minutos,
horas o días. Dificultades que ya pudo constatar el doctor
William J. Rea, pionero
de la medicina ambiental, en
su estudio con
electrohipersensibles de 1991 publicado en Journal of Bioelectricity.
Además, la respuesta a las
radiaciones electromagnéticas es altamente individual
(hay que averiguar previamente que frecuencias provocan una mayor
respuesta
en cada persona), y puede
no
ser lineal en su desarrollo.
La
hipersensibilidad a las radiaciones electromagnéticas a debate en Radio
Nacional de España.
En
el año 2015 el oncólogo
francés Dominique
Belpomme
y su equipo, publicaron en Reviews on Environmental Health
los resultados de un estudio
con 675 personas afectadas de
hipersensibilidad electromagnética, en las que pudo
identificar una
serie de marcadores biológicos entre los que destacan un
aumento de la nitrotirosina
en sangre (marcador de estrés
oxidativo), histamina
(indicador
de
respuesta inflamatoria), proteína
S100B (marcador de daño cerebral
y de apertura de
la barrera hematoencefálica),
proteína C
reactiva de alta sensibilidad (marcador de riesgo
cardiovascular y enfermedad neurodegenerativa), así como
una disminución en la melatonina
(indicador de alteraciones
en el sueño), en la
vitamina D
(que se asocia con alteraciones en el sistemas nervioso
central e inmune), y en
el flujo
sanguíneo cerebral (hipoperfusión en
el area
capsulo-talámica). Cabe agregar que se detectaron niveles
elevados de histamina, proteína S100B, y/o nitrotirosina en
el 70 a 80% aprox. de los afectados de electro-hipersensibilidad.
En el resto de
pacientes (20 a 30% de los casos) se
pudo establecer
el diagnóstico mediante las
alteraciones
registradas en el cerebro medidas con tomosfigmografía cerebral
por ultrasonidos
y con ecografía
doppler transcraneal.
La
electrosensibilidad también se puede diagnosticar mediante
técnicas por imágenes. En
el estudio científico
de
2017 realizado por el doctor alemán Gunnar
Heuser se encontraron anomalías
en los pacientes evaluados con
electro-hipersensibilidad,
mediante exploraciones del cerebro por
resonancia
magnética funcional (RMf). En
concreto, se observaron alteraciones en
la red neuronal
por defecto y en el flujo sangúineo
cerebral. Cabe destacar que las imágenes por resonancia
magnética convencional en las mismas personas no mostraron
nada destacable.
Cada
vez se hace más evidente que a las personas que ostentan el
poder
no les interesa el reconocimiento de las enfermedades que van
en contra de
los intereses de mercado y/o traen consigo claras responsabilidades
legales (para las empresas de las telecomunicaciones y
eléctricas), o que no son
suficientemente fáciles y rentables
(para la gran industria farmacéutica).
Todo
ello a pesar de que el
Parlamento Europeo
a
través de sus resoluciones de 2
de abril de 2009 y de 27 de Mayo
de 2011, ha
solicitado a todos los estados miembros que
sigan el ejemplo de Suecia y reconozcan la hipersensibilidad
electromagnética a fin de
proporcionar una protección adecuada y garantizar la
igualdad de oportunidades entre quienes la padecen.
Por
otro lado, el
23 de mayo de 2011, Minerva Palomar
se convertía en la primera
trabajadora en España
a la que un juez ha
concedido “la incapacidad
laboral permanente y absoluta” por síndrome de
hipersensibilidad
electromagnética y
ambiental, dotándola con una pensión
equivalente
al cien por cien de su sueldo. A este caso le siguió el de Ricardo de Francisco, ingeniero de
telecomunicaciones, en Julio de 2016; el de Joaquín Sanz,
técnico superior de sistemas y telecomunicaciones, en
Diciembre
de 2018; y el de un técnico en
radiología, de Barcelona, en Mayo de 2021.
Existen
más reconocimientos
en
otros
países, como se puede ver en el apartado "Voces que
completan
la perspectiva"
(páginas 51 a 141) del Documento Global de Divulgación
que elaboró la profesora Mónica
Mendiwelso.
Como
evidencia de lo que las actuales leyes
que regulan los niveles de exposición a altas y bajas
frecuencias por
una parte, y los medios de comunicación por otra nos
ocultan, basta con leer los testimonios
directos de las
personas afectadas de electrosensibilidad.
Para
evitar
llegar a estos extremos es conveniente prevenir, y
para ello (y mientras que nuestras autoridades
no lo hagan) es conveniente identificar y
reducir al máximo nuestra
exposición en los entornos
doméstico y laboral,
con el fin
aproximarnos tanto como sea posible al objetivo de vivir en lugares
libres de
contaminación electromagnética (zonas blancas).
¿Qué
causa la electrosensibilidad? |
Actualmente
los focos más recurrentes de contaminación
radioeléctrica son
las antenas de
telefonía móvil, a la par
que
los
teléfonos inalámbricos
y los
routers
WIFI instalados en el interior de las viviendas. Todos
ellos emiten
microondas de manera permanente (24 horas al día y 7
días/semana) alrededor de los lugares donde se instalan. Los
teléfonos móviles, a diferencia de los
anteriores sólo
nos pueden exponer a
niveles de
emisión
altos
durante el inicio de las llamadas y a lo largo de
las conversaciones.

Respecto a las estaciones base de
telefonía, las personas
que tienen un mayor riesgo a priori son las que
están justo enfrente, pero que no se confíen los
que tienen las antenas justo
encima, pues también pueden no estar libres de
posibles riesgos como lo demuestra
el estudio del oncólogo
Lennart Hardell
y Mona Nilsson,
publicado en
2022, o el último de 2023.
Ante la actual oposición generalizada de las
comunidades de vecinos a instalar antenas de
telefonía móvil en sus tejados, las
operadoras de telecomunicaciones están buscado
nuevas opciones. Una de ellas son las
picoantenas.
Son pequeñas y
están situadas en las fachadas a la
altura de la calle, a veces camufladas dentro de los rotulos luminosos
de locales comerciales, que les alquilan el espacio, o
mimetizadas en las
paredes. Son las mismas que ya se han
instalado en algunas estaciones de metro para tener
cobertura tambien bajo tierra.
C
on la excusa del ahorro de costes
en la tarifa eléctrica tenemos un
emisor más: los contadores de la luz con
capacidad de telegestión
(también conocidos como contadores inteligentes,
o "smart-meters" en países de habla inglesa). Con
ellos las
compañías
eléctricas están procediendo a la
sustitución
progresiva de
los antiguos
contadores analógicos. Los
nuevos aparatos de
medida digitales permiten la
lectura
a distancia de su consumo (ya no se
necesitarán inspectores que
vengan a leer los datos de estos a nuestro domicilio) pero para ello
necesitan emitir bien mediante microondas
similares a las de la telefonía
móvil,
de
manera intermitente, o bien por campos
electromagnéticos de
media frecuencia que se inyectan a la red eléctrica a
través del cableado ya existente.
También
los contadores
del agua y el gas podrían ser objeto de
sustitución,
multiplicando los niveles de exposición a campos
electromagneticos
de los lugares donde los instalen.
Cabe añadir que bastaría con que se enviaran los
datos de nuestro consumo utilizando la
red de cables de fibra óptica ya existentes en
la mayoría de ciudades en lugar de hacerlo por el
cableado
eléctrico, para evitar
totalmente los problemas descritos anteriormente.
En
bajas frecuencias,
las radiaciones no ionizantes con mayor riesgo
potencial
provienen de los centros
de transformación, las subestaciones
y los cables
eléctricos de media y alta tensión,
tanto
aéreos como soterrados, o bien los que pasan
pegados a las
fachadas de los edificios a la altura de los primeros pisos. Si las
líneas eléctricas no se
apantallan con materiales de alta permeabilidad
magnética o se alejan una distancia
prudencial de las viviendas, se corre el riesgo de estar expuestos a
niveles
de campos magnéticos elevados. Con el simple soterramiento
de
los cables del transporte y distribución
eléctrica se pueden frenar los campos eléctricos,
pero en
ningún caso se consigen evitar los potencialmente peligrosos
campos
magnéticos.
Cualquier
aparato o equipo
doméstico
que
esté en funcionamiento, como el ordenador, vitrocerámica, secador,
manta eléctrica,
etc. suele provocar campos elevados, que
por
su
cercanía al usuario pueden atraer riesgos si la
exposición es prolongada. Sin embargo, estos
últimos se podrían
desenchufar para ver desaparecer sus efectos por completo.
En
ocasiones, vemos como
personas que siempre han gozado de un buen estado de salud pueden
llegar a enfermar
por fuentes generadoras de campos
electromagnéticos tales como aparatos
eléctricos (radio-reloj, equipo de música, etc.)
que se encuentren muy cerca de
la cama. De igual forma, podremos ver que un niño que sufre
de nerviosismo, insomnio y dolores de
cabeza, es capaz de
dormir y estar calmado, después de corregir los problemas
existentes con el
cableado eléctrico de las paredes de su dormitorio. Los
efectos de las
radiaciones son acumulativos y se pueden ver agravados si
además tenemos nuestra cama situada encima de una corriente
de agua subterránea, una falla
geológica o un cruce de líneas de la
red de
Hartmann-Curry (anomalías en el campo
magnético
terrestre). A veces tienen que pasar años
hasta aparece
alguno de los síntomas mencionados.
En
los casos antes citados, al
alejar las fuentes que producían campos
electromagnéticos, al corregir el
cableado eléctrico que
pasa entre las paredes o al cambiar de habitación, se
devolvió la salud o produjo
mejoras sustanciales en
la salud. ¿Eran estas personas
sensibles a la electricidad? Si las fuentes
generadoras de radiación no hubieran sido identificadas y no
se hubiera
reducido su
exposición, estas personas podrían haber llegado
a desarrollar una intolerancia a los campos electromagnéticos
más severa y permanente.
Existen
varios grados
de hipersensibilidad
electromagnética. Aquellas
formas susceptibles
de ser revertidas, son formas suaves de sensibilidad
eléctrica. Cuando
se ha
permanecido expuesto por largo tiempo, la
persona se hace muy sensible a las
frecuencias
iniciales (por ejemplo, de las antenas de telefonía).
Posteriormente y a
medida que avanza el síndrome la persona se va
haciendo sensible
también a otras fuentes emisoras de
radiación
electromagnética (como los router wifi, los
ordenadores, o los motores eléctricos). El hecho de que
se experimente
el síndrome de intolerancia a los
campos electromagnéticos,
aunque sea sólo por un corto espacio de tiempo,
debería
considerarse como una señal de aviso que nos manda el cuerpo
de que
podría empezar a existir cierto grado de
susceptibilidad crónica.
La electrohipersensibilidad
(también conocida como EHS por sus siglas) puede
convertirse en el
eslabón perdido que explique
patologías tan dispares como la fatiga
crónica, fibromialgia,
depresión, alzheimer,
parkinson, enfermedades autoinmunes (enfermedad
de Chron, esclerosis
múltiple), enfermedades
cardiovasculares, ciertos
tipos de cancer, y muchos otros
problemas recurrentes de salud para los cuales las personas no
encuentran respuesta ni alivio permanente por parte de la medicina
alopática.
¿Cómo
tratar la electrosensibilidad? |
El
método más efectivo para
mejorar la calidad de vida de los afectados consiste en evitar o reducir al
máximo la exposición a
cada fuente de radiación
electromagnética.
Para ello puede resultar de gran ayuda solicitar los servicios de
un ingeniero con experiencia en contaminación
electromagnética que
nos haga un estudio detallado de los lugares donde
dormimos, ya que
es cuando nuestro cuerpo está en reposo y es más
vulnerable porque se segregan una serie de sustancias vitales (melatonina)
para
el correcto funcionamiento del organismo que
se ven alteradas si estamos sometidos a campos electromagneticos.
Asi mismo conviene que se revisen y aporten soluciones eficaces
para el
resto de
lugares de permanencia habituales dentro de la casa, asi
como el lugar de trabajo.
Los
alimentos ricos en melatonina
como las nueces, avena, arroz integral;
y en triptófano
(aminoácido precursor de la hormona anterior)
como los plátanos,
cacao, pipas
de calabaza, alga
espirulina, pollo o pavo,
pueden ayudar a
las personas sanas a prevenir los efectos nocivos de las
radiofrecuencias
y a los afectados de electrosensibilidad a
recuperar el equilibrio perdido. De igual
manera, los alimentos ricos
en acidos grasos
omega-3 como el aceite de lino, de pescado azul (siempre
que esté libre de metales); y en
compuestos
azufrados
como el ajo, o el requesón pueden mejorarnos la
circulación sanguinea y ayudar a
disminuir los
dolores de cabeza, problemas de hipertensión y/o
pequeñas
arritmias
asociadas.
El extracto de papaya
fermentada (Immun'Age)
ha demostrado claros beneficios en el tratamiento de
personas electro-hipersensibles, actuando frente al estrés
oxidativo, la inflamación y la depresión del
sistema inmune. Según el estudio científico
encabezado por el doctor Philippe
Irigaray en el
año 2018, se pudo establecer
objetivamente una mejoría clínica evidenciada por
un descenso de marcadores como el malondialdehído, la
histamina, y un aumento
de la actividad de la glutation peroxidasa.
Las plantas
adaptógenas
pueden ayudarnos a elevar nuestro sistema inmunitario y combatir la
fatiga. El reishi
es,
por ejemplo, un hongo muy apreciado en oriente
por sus potentes efectos antitumorales, inmunomoduladores y
antioxidantes. Por otra parte, la ingesta periódica de probióticos y
prebióticos es fundamental para restablecer la
flora intestinal dañada por los efectos de la
exposición a radiaciones.
LA EFICACIA
DE TODAS LAS
SOLUCIONES AQUÍ PROPUESTAS HAN SIDO PUESTAS A PRUEBA Y
VERIFICADAS POR EL AUTOR DE ESTA WEB, ALBERTO CELA,
"APROVECHANDO" SU CONDICIÓN DE AFECTADO DE HIPERSENSIBILIDAD
A
LAS RADIACIONES ELECTROMAGNÉTICAS
Conviene asegurarse de que no
existan carencias nutricionales en la
dieta.
Para ello conviene suplementarla con uno o
varios alimentos que sean ricos en
vitaminas, minerales y oligoelementos, y especialmente en
el complejo de las
vitaminas B (mejoran la
memoria, concentración y agilidad mental). Es
el caso del alga espirulina, las bayas de Goji,
o los productos de las
abejas
(polen, jalea real, propóleo). Además
deberíamos asegurarnos de tomar el sol unos minutos cada
día (sin el cristal de las ventanas entre medias)
para que nuestro cuerpo pueda generar suficiente vitamina D
(fundamental para el sistema inmune y la fijación del calcio
en los huesos).
Para descargarnos de las radiaciones
electromagnéticas que hemos ido acumulando en
nuestro cuerpo, puede ayudarnos acudir a terapias de biorresonancia moraterapia
o quantum-SCIO)
y repetirlas si fuese
necesario, o mientras que no consigamos alejarnos de las fuentes que
nos
irradian en nuestro entorno.
Además podemos mejorar notablemente sintomatología
asociada a la
electrohipersensibilidad teniendo
cerca de nuestro cuerpo algunos de los
instrumentos creados por Mario
Gil, como el penta
o el mega-acucolgante. Se trata de generadores de ondas de forma
cuyos efectos en la salud se pueden apreciar mediante
analíticas celulares con
microscopios de campo oscuro.
Los metales pesados
(mercurio, plomo, cadmio...) que se pueden acumular a lo largo de los
años en nuestro cuerpo y que suelen proceder
de alimentos
contaminados, de las amalgamas
que tengamos en la boca, de tuberías
antiguas que
transporten el
agua que bebemos a diario, etc. y que pueden
agravarnos la sensibilidad a las radiaciones si no se
eliminan a tiempo (baste recordar que los metales son muy buenos
conductores de la electricidad). Para limpiar nuestro organismo de
estos productos tóxicos va muy bien el alga chlorella,
así como el ajo
y el cilantro.
También puede ayudarnos a
mejorar o reducir la
electrosensibilidad el permanecer cerca de
algunos de
los cuadros del pintor
metarrealista madrileño Javier Medina, cuya
técnica pictórica se puede ver en el
siguiente video.
La desintoxicación del organismo debe
acompañarse
de varias limpiezas consecutivas de cálculos
en la
vesícula biliar y el hígado,
para evitar que sigan obstruyendo los conductos hepato-biliares,
y con
ello dificultando el resto de procesos regenerativos.
Algunas
recomendaciones para personas
electrosensibles: |
- Buscar el asesoramiento de un
ingeniero con amplia experiencia en el tema para
identificar y corregir las
fuentes de
radiación de los entornos doméstico y laboral
a los que podemos estar expuestos habitualmente: campos
eléctricos,
magnéticos, radiofrecuencias,
electricidad estática, "electricidad sucia",
geopatías, radiactividad,
etc.
Contaminación
electromagnética a raya - periódico
"La
Razón" (Abril de 2013)
- Sustituir los
teléfonos inalámbricos (DECT)
por otros de tipo
ecológico.
Por
ejemplo, el modelo D450 de Philips que cuesta
unos 30 euros y no
emite ninguna
radiación
cuando está en la base (para ello
hay que activar el modo ECO y
sobretodo el modo ECO+ a
través del menú de opciones del
teléfono). Una alternativa mejor aún,
son los
teléfonos fijos con cable.
- Limitar el uso del teléfono
móvil. Tratar de no usarlo dentro de estructuras
metálicas y/o en movimiento (coches, autobuses, trenes,
ascensores, etc.) asi como
en
lugares con poca cobertura porque el móvil emite con
más fuerza. Mantener el terminal lo más
alejado como sea posible de la cabeza y del cuerpo utilizando
para ello el altavoz (manos libres).
- Sustituir las redes WiFi por cables
(ethernet) y desactivar completamente las emisiones
inalámbricas de cada router.
- Cambiar los antiguos monitores para ordenador
de
tubo de
rayos
catodicos por pantallas planas.
- Los flexos con bombillas
halógenas
suelen llevar adosados a su base un transformador
que emite campos
magnéticos muy intensos. Los tubos fluorescentes
también,
asi como las bombillas de bajo consumo cuando están a poca
distancia de nuestro cuerpo. Conviene reemplazarlos por
bombillas
de tipo incandescente, o por
halógenas ECO (sin transformador).
- Ventilar el interior de las viviendas al
menos 15 minutos cada día y/o instalar aparatos generadores
de iones negativos para mejorar la calidad del aire y reducir la carga
electroestática.
- Cambiar
la ropa sintética (favorece la electricidad
estática) por tejidos de origen natural (algodón,
lana, lino...).
- Aumentar la ingesta de productos frescos
(frutas, verduras, hortalizas...) preferentemente
de cultivo ecológico,
y tratar de evitar las
frituras, los productos industriales, refinados y/o
adulterados, asi como los cocinados con horno microondas.

- ¡Ojo con los vigila
bebés!.
Su misión es la de alertarnos de posibles problemas, pero
también están emitiendo continuamente
radiaciones
electromagnéticas. Nuestros recien nacidos tienen una
fisiología aún extremadamente débil
como para poder soportar un clima
eléctricamente
hostíl.
- Caminar descalzo (o
con suelas de cuero) sobre
césped, arena o baldosa, para
descargarse gradualmente de la electricidad estática
acumulada...
|
Además
de todo esto, hay que denunciar, manifestarse, recoger
firmas y exigir ya a nuestros políticos el
reconocimiento por ley del potencial riesgo sanitario de los campos
electromagnéticos. Las
nuevas leyes deberían tener en cuenta los sectores
más
susceptibles de la población, como los
niños, los
ancianos y los enfermos
asi como estar en consonancia con los estudios científicos
más actuales. Dichos estudios, como los recogidos en el Informe BioIniciativa, recomiendan
adoptar
límites de
exposición en función de los efectos que puedan
tener las
radiaciones sobre las personas a medio y largo plazo. Como
mínimo e inicialmente, habría
que
tomar ejemplo de países como Italia,
Suiza,
Polonia, Rusia o China donde sus gobiernos, en base al principio de
precaución y al sentido común, han promulgado
valores
máximos de exposición cientos de veces
más bajos
que en España.
Valores máximos
permitidos (en microvatios por metro cuadrado) |
BIOINICIATIVA (*) |
SUIZA |
ITALIA |
RUSIA |
ESPAÑA |
100 |
42.000 |
100.000 |
100.000 |
4.500.000 |
(*) Límite recomendable según el
Informe BioIniciativa de 2007, que sí
tiene en
consideración los
posibles efectos en la
salud de la exposición a las
radiaciones
electromagnéticas a medio y largo plazo.
Es
necesario difundir la
existencia de la electrosensibilidad, primero para defender
los derechos de
las
personas ya enfermas, y también para prevenir a los
demás con el
fin de
que no la padezcan.
PDF
-
Electrosensibilidad
- artículo publicado en revista "La
Eco" n. 51 (Julio
de
2008).
AUDIO - Electrosensibilidad - reportaje emitido
en "Aragón Radio" el 19-11-2010.
VIDEO
- Estar conectado puede perjudicar gravemente a la salud
- documental Suizo (Mayo de 2017).
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